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Asuán: la puerta de Nubia
Asuán, en efecto, parece cerrar las puertas de Oriente para entreabrir las de África. El Nilo se arremolina y se vuelve más fluido. Serpentea entre las islas y las piedras negras que perturban su lenta majestad, y desafía a las enormes dunas de arena dorada de sepultarlo para siempre. Las falúas, con sus grandes velas triangulares, lo recorren perezosamente, de orilla en orilla y de isla en isla.Los viernes, una barcaza impetuosa trae sobre el río grupos de jóvenes alegres que ríen y cantan al ritmo de las percusiones y los tamboriles, mientras otros les responden desde la cornisa del Nilo. Al caer la noche, se animan los cafés a lo largo del río. Las noches en que hay partido de fútbol, cientos de hombres se eternizan frente a sus vasos de té, los ojos clavados en los viejos televisores. Ante la más pequeña acción de su equipo favorito, aplauden, gritan y discuten.

La ciudad, sobre la margen derecha del río, ya era en la Antigüedad el centro del comercio con Nubia. Ya no es posible encontrar en sus calles ni marfil ni maderas preciosas, pero la tercera ciudad de Egipto rebosa de olores y especias venidas directamente del sur. El zoco presenta los colores y los aromas de los mercados sudaneses. De la población nubia, reconocible por el color negro de su piel, se desprende una dignidad y una gracia indolente que constituyen el encanto de los sudaneses. Son de hecho, numerosos los que vinierno a instalarse en Asuán. Las mujeres llevan un largo y ligero velo muy colorido con el que se envuelven el cuerpo.

Nubia
Vivía del río, y ha desaparecido tras la domesticación del río. Nubia es la región al sur de Asuán que hoy en día está ahogada bajo las aguas del lago Nasser. Se extendía hasta Jartum, actual capital de Sudán. La demarcación entre Egipto al norte, y Nubia al sur, era la primera catarata, la catarata rocosa de Asuán.La región, como todas las que bordeaban el abastecedor río Nilo, vivía al ritmo de las crecidas y los depósitos de limo que permitían los cultivos. Desde hace años que algunos intentan descifrar su misterio. Restos que datan del quinto milenio antes de Cristo –huevos de avestruz, por ejemplo– certifican la existencia de viajes hacia el sur. Incluso desde la unificación del antiguo Egipto, éste extendió su dominación a la pequeña vecina meridional, explotando sobre todo su subsuelo repleto de oro. El nombre de «Nubia» viene de hecho de la palabra que, en egipcio antiguo, designaba al metal precioso. De esta provincia provienen también las pieles de leopardo, el incienso y las plantas aromáticas.En el Imperio Medio, durante el reinado de Mentuhotep II, fue conquistada la parte septentrional de la región. Pero en el sur reinan aún los soberanos de Kush. Desde su capital, Kerma, resisten como pueden a sus poderosos vecinos septentrionales. Serán finalmente vencidos y sometidos al Nuevo Imperio, antes de aprovecharse de la anarquía que reinaba en Tebas, de la que terminarán por adueñarse. Llegan incluso hasta Menfis, y el reino de los faraones negros dura hasta la invasión de los asirios venidos del norte. Los kushitas se repliegan hacia el sur, en Meroe, donde aún encontramos vestigios de su civilización.

El territorio nubio fue dividido una vez más, tiempo después, cuando los colonizadores crearon la frontera entre Egipto y Sudán en el siglo XIX. Pero por mucho tiempo, subsistió la nostalgia en el corazón y el alma de algunos egipcios.Con las sucesivas presas sobre el Nilo en Asuán, los habitantes debieron mayoritariamente abandonar sus aldeas, hoy en día bajo las aguas, por otras situadas más al norte (en la región de Kom Ombo, por ejemplo), donde intentaron conservar su identidad, cuanto menos a nivel arquitectónico.

Museo de Nubia
Los nubios encuentran aquí un reconocimiento oficial de su identidad, lo esencial de su historia, hoy ahogada bajo las aguas del lago Nasser, y de su civilización.Los dos arquitectos, un egipcio y un mexicano, consiguieron construir uno de los más bellos museos de Egipto. El edificio es agradable y espacioso, las salas de exposición se articulan perfectamente entre sí. En ellas se recorre la historia de la civilización nubia, desde la prehistoria hasta nuestros días, con algunas habitaciones salvadas de las aguas en el momento de la construcción de la gran presa.

Justo después de la entrada, un terminal interactivo, en árabe e inglés, permite visualizar el mapa del museo. A la derecha, una sala muy oscura está dedicada a las exposiciones temporales. En el sótano, una enorme maqueta permite situar geográficamente a Nubia. Detrás de ella, una estatua colosal de Ramsés II recibe al visitante, con su eterna sonrisa en los labios. Lo mejor es comenzar la visita por la izquierda. Pasará de la prehistoria (magníficos grabados de animales, artesanías, joyas, herramientas) a la Antigüedad.En el Antiguo Imperio, un Estado, el Estado de Kush, nace en la Alta Nubia. Será anexado por Egipto durante el reino de Tutmés I, y renacerá tras la caída del Nuevo Imperio. Durante un tiempo, la capital de Kush se establecerá en Meroe (hoy en Sudán). Las piezas expuestas muestran la prosperidad de este Estado. Más adelante, dos piezas evocan, la primera, la cristianización de Nubia, la segunda, su islamización. El rescate de los templos nubios por parte de la UNESCO es descrito gracias a unos enormes paneles muy pedagógicos. Por último, toda una parte del museo está dedicada a la civilización contemporánea, mediante la remodelación de casas, patios de escuelas, escenas de casamientos o trabajos agrícolas. Cabe señalar igualmente la belleza del museo al aire libre, en diferentes niveles. Allí han sido reconstruidos una gruta prehistórica y algunas tumbas islámicas.

Las falúas
Sus velas triangulares son parte integrante del paisaje del Nilo. ¿Piensa que sólo sirven para pasear? No se equivoque, ya que estos pesados veleros representan aún un medio de transporte habitual, tanto para los seres humanos o animales como para las mercancías. Algunas de estas barcas remontan el Nilo a lo largo de decenas, o incluso centenares de kilómetros, con una carga de piedras –como en los tiempos de los faraones– o de cemento.

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